Muchos antrochistas descansan y pernoctan en el Parque de la Marimba, un espacio público que se convierte temporalmente en un refugio para quienes realizan esta expresión religiosa.
Cada año, cientos de antorchistas guadalupanos provenientes de distintas regiones de Chiapas llegan a Tuxtla Gutiérrez como parte de su recorrido de fe. En su paso, muchos de ellos descansan y pernoctan en el Parque de la Marimba, un espacio público que, aunque es emblemático para la ciudad, se convierte temporalmente en un refugio para quienes realizan esta expresión religiosa.
Algunos ciudadanos han manifestado su inconformidad porque, durante estos días, los pasillos del parque y sus áreas verdes se ven ocupados por los grupos de corredores guadalupanos que montan campamentos improvisados para recuperar energías.
Aun así, los antorchistas aseguran que esta práctica es parte esencial de su peregrinación: un recorrido que implica rutas largas, desgaste físico, noches sin dormir y un profundo compromiso religioso hacia la Virgen de Guadalupe.
La presencia de los antorchistas es ya una tradición arraigada en Chiapas. Los grupos se organizan meses antes para emprender estos recorridos. En Tuxtla Gutiérrez, su llegada se ha convertido en un momento característico del calendario guadalupano, especialmente en los días previos al 12 de diciembre, cuando la capital recibe a miles de peregrinos que buscan un espacio seguro para descansar.