Se la dedica a su mamá, a su papá, a su hermana y hermano, les dice que los ama, pero que su decisión fue por un bien común.
Apenas tenía 15 años de edad, un jovencito, casi un niño, que antes de poner fin a su vida, agarró papel y lapicero y dejó una carta, quizá no profunda, pero sí muy sentida, para decirle a su familia que la ama.
Sin embargo, Alexander, como se presume se llamaba el joven que vivía en la colonia San Juan Sabinito, en Tuxtla Gutiérrez, también dejó escrito líneas que hieren, como eso de que “odiaba mucho mi vida” y el de “necesitaba alcohol para hacerlo”.
A su familia, a su mamá, papá, hermano y hermana les pide perdón por lo que hizo, pero remarca dos veces que fue por “un bien social”.
El remate es contrastante, sonríe, pone un “jajajajaja” por su letra casi incomprensible, son casi garabatos quizá por nervios o porque así escribía.
Esta es la carta que dejó Alexander:
“Perdón por todo, pero ya no pude seguir adelante no tuvieron nada de culpa, todo lo hicieron bien, pero lo hice para un bien social, Mamá usted fue una buena persona, la admiro mucho, tanto a mi papá David como a mi hermano, fueron un buen ejemplo para mí, cuida mucho a mi hermana, la amo tanto como a ustedes, saldrán adelante sin mí, no se culpen por esto, solo quisiera estar en paz, odiaba mucho a mi vida, pero ya todo estará bien.
“Los amo mucho cuídense entre ustedes, pues son lo único que tienen, sean unidos.
“Necesitaba alcohol para hacerlo, no fui un cobarde pero si necesitaba hacerlo para un bien común.
Si entienden mi letra Jajajaja”.
En Chiapas una serie de suicidios en jóvenes ha amenazado la paz social, casi todos por ahorcamiento y hasta el momento ninguna autoridad se ha pronunciado al respecto.
La diputada presidenta de la Comisión de Juventud y Deporte del Congreso, Aida Guadalupe Jiménez Sesma, incluso lamentó que existen casos donde las familias, por pena, esconden el origen de la muerta ante el temor del rechazo social.