En Chiapas, los hongos forman parte del paisaje, de la cultura y de la alimentación de muchas comunidades. Sin embargo, durante años han cargado con una mala publicidad: la idea de que todos son tóxicos y peligrosos.
Aunque existen especies venenosas, en Chiapas se reconocen y consumen decenas de variedades comestibles, que forman parte de la gastronomía tradicional y son fuente de proteína, fibra y minerales.
Preparados en sopas, guisos o asados, los hongos no solo son alimento: también representan saberes ancestrales que se transmiten de generación en generación.
Los hongos de Chiapas siguen luchando contra prejuicios, pero su riqueza gastronómica y cultural los colocan como un tesoro natural que vale la pena rescatar y valorar.